Atención a la diversidad, ¿dónde incluirla?

El concepto de atención a la diversidad comenzó a denominarse como tal con la entrada en vigor de la LOGSE, hace más de diez años. Desde entonces, se ha trabajado desde la organización educativa hasta las aulas en cubrir todas y cada una de las necesidades educativas especiales que pueden requerir los alumnos de los centros.

 

Entre algunas de estas necesidades se incluyen a los alumnos con algún tipo de discapacidad o de trastorno grave de conducta; alumnos con altas capacidades intelectuales; incorporaciones tardías al sistema; alumnos con dificultades específicas de aprendizaje, etc.

 

Todas estas NEE (Necesidades Educativas Especiales) están recogidas en la LOE (2006). Además, con la entrada en vigor de la LEA en 2007, se introduce en concepto de “compensación de desigualdades sociales” y la EOE (Equipo de Orientación Educativa), cuya principal función es regular la realización de un examen o evaluación psicopedagógica del alumno con necesidades especiales, con la que se elabora un dictamen de escolarización del mismo. Así, el primer factor a evaluar es el grado de necesidades especiales del alumno y decidir si debe escolarizarse en un centro ordinario o en un centro de Educación Especial.

 

La diferencia entre estos dos tipos de centros es inexistentes en lo que se refiere a los objetivos de etapa, como regula la orden del 19 de septiembre de 2002. Sin embargo, sí se diferencian en lo relativo al período de formación básica obligatoria (que es mayor en los centros de educación especial), y en el período de formación para la transición a la vida adulta y laboral (en los centros de educación especial se puede prolongar hasta las 21 años).

 

Si, finalmente, la familia y los expertos del EOE deciden que el alumno se beneficiaría de una escolarización en un centro ordinario, su inclusión en el sistema puede ser de tres formas diferentes:

 

  1. El alumno se integra en un grupo ordinario correspondiente a su curso a tiempo completo. Para que esto sea posible hace falta una adaptación curricular y una serie de refuerzos de contenidos. Esto es posible con alumnos de NEE que no tengan un alto grado de dependencia en la mayoría de los casos. En este modelo, son los propios profesores los que organizan y desarrollan la atención a la diversidad del alumno, asesorados por el orientador del centro.
  2. El alumno se integra en un grupo ordinario con apoyos en períodos variables. Este tipo de alumnos necesita una atención mucho más específica, y necesita una adaptación curricular significativa. No obstante, la intervención específica de la adaptación curricular se debe realizar en el aula ordinaria, en la medida de lo posible. En este modelo, participan tanto el profesor como el orientador en igual medida.
  3. El alumno se integra en el aula curricular significativa que afecta a los objetivos básicos de la enseñanza (adquisición de autonomía, participación con el medio físico…). En este modelo, es el orientador el principal responsable del alumno en el centro. No obstante, se debe favorecer su inclusión en aula ordinaria en actividades que fomenten la colaboración y el trabajo en equipo cuando sea posible.

 

En todo momento, en los tres tipos de modelo que se han presentado, hay una colaboración y comunicación eficaz entre los profesores, el tutor y el orientador del alumno.

Además, nos llama la atención que los tres modelos coinciden en un factor muy importante: los tres favorecen la inclusión del alumno en el aula ordinaria cuando esté dentro de sus posibilidades y capacidades.

 

La principal razón de esta tendencia es evitar la segregación de los alumnos de NEE con el resto. Como indica Noara Vivenco Parada:

 

Si en la escuela no comparten momentos de ocio con sus iguales, aprender a tolerar sus diferencias en ciertos ámbitos, a demostrar sus habilidades, a comprender sus bromas […]

           

                                                                                              (Noara Vivenco, 2012)

 

Es más, al integrar al alumno con sus iguales se pierden los prejuicios sociales de tratarlos de una forma infantilizada, sobreprotectora o incluso discriminatoria.

 

Por otra parte, consideramos que la aportación que estos alumnos pueden realizar a sus iguales puede ser muy positiva, ya que no sólo les muestra una forma de vivir que, en algunos casos, puede ser muy diferente, sino que también les puede enseñar valores tan importantes como la superación, la esperanza y la tolerancia.

 

Según señala Arnaiz, se debe facilitar el aprendizaje de los alumnos, cuidar el equilibrio psicológico y afectivo de estos y lograr su plena integración y participación en el aula (Arnaiz, 2003 en Sánchez Bravo, Díaz Flores, Sanhueza Henríquez y Triz Carillo, 2008).

 

Según el análisis realizado sobre la percepción y actitud de los docentes en formación hacia la inclusión llevado a cabo por Sánchez Bravo, Díaz Flores, Sanhueza Henríquez y Triz Carillo, se muestra que la mayoría de los alumnos y profesores encuestados consideran que la educación inclusiva favorece la socialización de los alumnos con NEE; que favorece el desarrollo emocional de estos y que el rendimiento académico general no se ve perjudicado.

 

La otra cara de la moneda muestra, sin embargo, que la mayoría de los profesores de educación regular (72%) no tiene las competencias necesarias para atender a este tipo de alumnos y eso dificulta su labor educativa.

 

En este sentido, los docentes deben ser capaces de dar una respuesta eficaz a la integración de los alumnos de NEE. Es de vital importancia para garantizar la calidad en la adquisición de las estrategias y las competencias necesarias para fomentar la atención a la diversidad.

Sin embargo, el día a día en los centros educativos muestra una realidad en mayor o menor medida distinta. Los orientadores intentan atender a todos los casos de NEE y la mayoría de los profesores ponen todo de su parte para atender estos casos. No obstante, sigue habiendo lagunas y preguntas sin resolver en este campo.

 

Como conclusión, se puede sacar en claro que la inclusión de los alumnos de NEE en el aula ordinaria es deseable y positiva siempre y cuando los alumnos tengan la posibilidad de hacerlo; pero que el cuerpo docente no está preparado para una inclusión óptima de estos alumnos. Por consiguiente, se debería invertir más recursos y más tiempo en formar a los docentes para hacer frente a este tipo de situaciones que se encuentran tan a la orden del día en el sistema educativo actual.