El Aula de Convivencia, la puerta del camino hacia una conducta mejor

El artículo 9 del Decreto 19/2007, de 23 de enero, establece que los centros educativos pueden crear Aulas de Convivencia, con fines preventivos y/o punitivos, dirigidas al alumno individualizado; siempre y cuando su comportamiento, inadecuado, se encuentre entre aquellos descritos en los artículos 20 y 23 de este Decreto y sea motivo de la privación de su participación normal en el resto de actividades lectivas.

Se trata de una medida que debe estar recogida por el Plan de Convivencia del centro y que no siempre es viable, principalmente por la ausencia de profesores que de manera voluntaria se presten a pasar sus horas de guardia en el Aula de Convivencia. No obstante, la mayoría de los centros educativos, cuentan con este espacio dadas sus consecuencias positivas y directas sobre el alumnado conflictivo y el clima escolar del centroo, ya que salvo casos puntuales, suele haber profesores dispuestos a formar parte de esta iniciativa y ser partícipes en la mejora conductual del alumno.

Debido a un comportamiento poco adecuado de un alumno hacia el profesor y/o compañeros, o incluso hacia el centro educativo en sí, y como ya hemos afirmado previamente, debido a un comportamiento recogido en el Decreto que regula el Plan de Convivencia, se propondrá que el alumno asista al Aula de Convivencia, previo conocimiento y aceptación de sus padres y previa propuesta y aceptación por parte de Dirección.

En el Aula de Convivencia se pretende que el alumno recapacite sobre el comportamiento que lo ha llevado allí, y que tras recapacitar sea consciente de las consecuencias que, a largo y corto plazo, pueden generar en su misma persona y en su entorno si no enmienda su conducta. Pero, ¿cómo llevamos esto a cabo?, ¿cómo hacemos recapacitar a un adolescente que probablemente esté satisfecho con una acción rebelde?

Antes de incorporar el Aula de Convivencia a los centros, los famosos partes de disciplina eran la consecuencia directa de un comportamiento no adecuado del alumno en el aula. Dicho parte disciplinario no solía tener repercusiones graves para el alumno, pues se comunicaba a los padres y estos tenían el deber de hacer recapacitar a su hijo y evitar este tipo de conductas. ¿Realmente eran (o son) efectivos los partes disciplina? La respuesta es no. El alumno probablemente mantenga su conducta y tras varios partes disciplinarios, o bien ante una conducta considerada grave, llegará la expulsión temporal. Por lo general, la expulsión no es vista como un castigo por el alumnado, la expulsión es vista como unas vacaciones, un estar en casa cuando el resto de compañeros está en clase. Podemos decir que los alumnos han perdido el miedo a estas medidas.

Deducimos por tanto que ni el parte de disciplina ni la expulsión son medidas adecuadas si lo que se pretende es castigar, y en especial, prevenir futuras conductas no correctas. Si un alumno no se comporta adecuadamente, privémoslo de su asistencia normal a las clases lectivas y hagamos una propuesta para su incorporación y compromiso con el Aula de Convivencia.

¿Y qué hacemos con el alumno una vez dentro del Aula de Convivencia? En primer lugar es necesario tener en cuenta que el profesorado encargado de llevar a cabo esta actividad debe estar totalmente dispuesto y comprometido con la causa, no se trata de regañar al alumno, mostrar una actitud hostil hacia él y obligarlo a hacer una serie de actividades, por lo general relacionadas con las asignaturas que cursa. En realidad se trata de guiar al alumno hacia una postura en la que él mismo se regañe, que se vea inmerso en su comportamiento y que a su vez sea capaz de ver las consecuencias de éste.

Desarrollaremos una serie de actividades que se podrían llevar a cabo en el aula de convivencia, pero en primer lugar especificaremos las características que creemos que debería tener el Aula de Convivencia:

  • Debería ser una sala de unas dimensiones no muy amplias. De esta manera el alumno puede sentir cierta presión, además de que el profesor, en cualquier punto de la sala en el que esté ubicado, estará cerca del alumno.
  • Debería contar una serie de pupitres individuales y separados. Quizás haya más de un alumno en el Aula de Convivencia. Mantengámoslos separados excepto en los casos en los que pretendamos desarrollar actividades conjuntas, así evitaremos distracciones.
  •  Debería estar ubicado cerca del despacho de Dirección, con el fin de sentir más control.

Una vez descritas estas características, pasaremos a describir una propuesta de actividades que podrían llevarse a cabo en el Aula de Convivencia. Estas actividades podrían llevarse a cabo de manera oral o escrita, sin embargo suponemos que mediante la escritura el alumno puede expresarse más y mejor. Junto a cada actividad, el alumno deberá firmar un compromiso en el que, además de afirmar que su comportamiento será adecuado, dará por conocidas las consecuencias que puede tener el hecho de que su comportamiento no mejore. Así, las actividades que proponemos son las siguientes:

  • Que el alumno exponga de manera escrita el acontecimiento o acontecimientos que lo han llevado al Aula de Convivencia. Junto a ello incluiremos preguntas tipo ¿Qué te llevó a realizar dicha acción?, ¿qué pretendías conseguir mediante tal comportamiento?, ¿crees que lo hiciste bien y por qué?, ¿consideras que pudiste perjudicar a otra persona?, ¿qué opinarías si un alumno desarrollara ese comportamiento hacia ti?
  • Que el alumno enumere conductas correctas e incorrectas en el centro educativo que también puedan aplicarse a la vida fuera de éste, además deberá explicar qué motivos lo llevan a pensar si son correctas e incorrectas, y junto a ello qué conductas lleva él a cabo.
  • Que el alumno se vea reflejado en otras personas, y sea capaz de ver las consecuencias de los comportamientos de éstas. Presentarle un caso en el que un alumno tuvo durante su época escolar un comportamiento similar al suyo, el cual nunca llegó a corregir. Explicarle las consecuencias reales de ello a largo plazo. Además reflexionará sobre el caso que se le presente a través de una serie de cuestiones.
  • Que el alumno sea capaz de comprender que no solo puede perjudicar a compañeros u profesores, sino también a sus padres y amigos. Deberá explicar cómo cree que se sienten o qué opinan en relación con su comportamiento poco adecuado.

Como ya hemos afirmado anteriormente, todas estas actividades deberán de ir acompañadas de un compromiso por parte del alumno, y si fuera necesario, se pedirá la colaboración de sus padres para que fuera del centro también desarrolle actividades que conduzcan hacia la mejora del alumno.

Podemos decir que no se trata simplemente de reconducir o evitar una conducta. Por ejemplo, un alumno insulta a los profesores y los trata sin respeto y con desprecio; en el Aula de Convivencia no podemos limitarnos a que el alumno cese esta conducta. Se trata de que se visualice a sí mismo, de que sea capaz de ponerse en el lugar de estos profesores, de que valore qué motivos le llevan a desarrollar esa conducta y si piensa que es beneficiosa para alguien. De esta manera no solo se puede evitar el hecho de que el alumno falte el respeto, sino que también influirá en su madurez y probablemente comience a desarrollar actitudes de respeto hacia los demás.

Sabemos que la adolescencia es una etapa difícil a la vez que decisiva en la futura edad adulta, por ese motivo, cualquier actividad preventiva, siempre que se realice de manera adecuada y se haga un seguimiento constante de ella, tendrá repercusiones y beneficios directos en el futuro adulto. El alumnado que frecuenta el Aula de Convivencia suele estar en 1º y 2º de la E.S.O., quizás la etapa de más cambios en la adolescencia, por lo que debemos ser conscientes de ello y hasta cierto punto entender un comportamiento rebelde.

No obliguemos al adolescente simplemente a enmendar una conducta no adecuada, mostrémosle el camino hacia la buena conducta y la mala conducta, démosle la mano para andar por el camino de la buena y alejarse del camino de la mala, y soltemos su mano cuando tenga la confianza para caminar solo. No estaremos ayudando a un adolescente, estaremos ayudando a un adulto.