Las funciones de la escuela

 

La palabra escuela va ligada a cualquier institución pública o privada en la que se instruyen unos valores, sea cual sea el nivel educativo que se imparta. No obstante, ¿sabemos cuál es su función? Lo cierto es que la escuela se compone de un conjunto de funciones que juntas deben hacer de la institución un lugar eficiente.

La primera a tener en cuenta sería la función histórica, es decir, permite la preservación de la cultura de los pueblos. Instituciones de infantil, primaria, secundaria o educación superior incluyen este cometido en sus competencias.

Una de las ocupaciones de la escuela a destacar es la función política e ideológica. Ésta trata de transmitir visiones de la realidad natural y sociocultural, que responde al interés de ciertos grupos de poder. Los docentes no deberían posicionarse de manera ideológica, aunque a veces resulta inevitable, pues asumimos que todos hemos padecido a un profesor cuya ideología nos ha influido a la hora de aprender.

El cometido social de la escuela es uno más a tener en cuenta. Refleja la interiorización de los distintos valores que posibilitan al alumnado su integración en la sociedad con éxito. Se imparten pautas de conducta o actitudes para facilitar dicho proceso. No obstante, no siempre se cumple este cometido, pues a veces la escuela tiende a favorecer determinadas actitudes como el consumismo (compra de libros y materiales de poca utilidad), el cual no entra dentro de los valores positivos que deberían transmitirse.

La escuela posee además una función que tradicionalmente se ha asociado a esta institución. Se trata del cometido científico-cultural, el cual se encarga de transmitir la voluntad para aprender los distintos saberes.

Una de las funciones más importantes en relación a la educación es la integradora. Esta ocupación tiene que ver con la función social. Busca la integración total de la persona en la sociedad y se transmiten unos ideales sociales igualitarios. Para ello, se intenta además dar las herramientas necesarias para que el alumnado con dificultades pueda alcanzar esa integración.

Eso nos lleva a otro de los cometidos más remarcables, la función compensatoria. Ésta trata de eliminar cualquier situación desfavorable en el aspecto socioeconómico. Proporciona las ayudas y el apoyo necesario para que las familias en estas condiciones tengan la posibilidad de obtener formación de calidad. Es la única función que la educación superior parece no cumplir en su totalidad. 

Para concluir, como ya hemos comentado antes, podemos decir que las dos últimas funciones son las más importantes. En la escuela no sólo deben darse los contenidos especificados en las materias, si no que se deben transmitir unos valores que faciliten la integración del alumnado. El profesorado además debe poner empeño y esfuerzo en facilitar las herramientas necesarias para que todo el alumnado con dificultad sea tratado de forma igualitaria y pueda cumplir con sus objetivos. En nuestra opinión, se debe dejar de culpar a la familia y a los medios de comunicación de los problemas existentes y poner más empeño desde la institución educativa.